El corsé asfixiante
de la española decimonónica
[1]
Después del Siglo de Oro la literatura española había decaído bastante con la novela casi desaparecida. Durante el primer tercio del siglo XIX reapareció guiada por el ejemplo de las traducciones de obras francesas ya que las creaciones autóctonas eran escasas y de bajísima calidad. De repente, a raíz de la revolución de 1868, la primera verdaderamente burguesa de la historia española, renace la novela y surgen al unísono los narradores más cualificados: Valera, Pereda, Alarcón, Galdós, Alas Clarín, Pardo Bazán (Hazas;243). Se conoce a estos autores como Generación de 1868[2]. Como dijo Clarín “el glorioso renacimiento de la novela española data de fecha posterior a la revolución de 1868”, porque la novela realista, fundamentalmente burguesa, nació ligada al triunfo de dicha clase social, de la burguesía, que no se produjo hasta este momento. De la burguesía salieron los novelistas, al igual que los lectores, los personajes narrativos, los problemas que les preocupaban, etc. Porque esta nueva clase dominante necesitaba analizar objetivamente la realidad, para así poder instrumentalizarla mejor, y a tal fin se sirvió de la novela realista (Hazas;243).
El Realismo español tiene carácter propio ya que no solo parte de la influencia de los novelistas realistas europeos, sino también de la herencia de la tradición española realista: la picaresca, la novela cervantina, el costumbrismo. Además, tiene dos tendencias: el Realismo tradicionalista, que idealiza las costumbres y ambientes, especialmente rurales y regionales como oposición a la degradación urbana burguesa, y el Realismo progresista, que describe la sociedad de forma más cruda y con mayor intención crítica[3]. Como consecuencia, respectivamente, hay dos generaciones de novelistas. La de los iniciadores, la fundamental, los cuales rompieron con el Romanticismo y abrieron el camino, nacidos todos antes de 1845, y cuyas novelas primeras se publicaron entre 1870 y 1880. Son Valera, Pereda, Alarcón y Galdós. Sus modelos literarios, además de los españoles del Siglo de Oro, fueron Balzac, Stendhal y Dickens, fundamentalmente (Hazas;244). La segunda generación, la de los seguidores y consolidadores, la de los más jóvenes, nacidos después de 1850, que publicaron sus novelas a partir de 1880. Son Emilia Pardo Bazán, Leopoldo Alas Clarín, Palacio Valdés y Blasco Ibáñez. Es el grupo de los naturalistas, los cuales acentuaron y objetivaron el realismo anterior, al mismo tiempo que lo despojaron de su carácter ideológico tendencioso. Su modelo literario principal fue Zola (Hazas;244).
El Naturalismo, que apenas duró una década (1880-90) fue un movimiento que, en cierto modo, surgió como continuación de la novela realista. Su difusión se debió a unos artículos de Emilia Pardo Bazán (La cuestión palpitante, 1882) en los cuales abogaba por una adaptación del Naturalismo francés. El Naturalismo nació impulsado por Émile Zola, quien en su libro La novela experimental (1880), influido por los grandes avances científicos (en fisiología, física, química, biología), propuso aplicar el método científico a la literatura: describir y analizar al ser humano, que está determinado por el medio, por el momento histórico y por la herencia biológica. En España, el contexto era diferente: no había un verdadero capitalismo ni una ciencia floreciente. Los escritores españoles rechazaron el estricto determinismo biológico y reivindicaron el libre albedrío y el humor; sin embargo, incorporaron temas y procedimientos narrativos del naturalismo. La novela naturalista española no acepta el extremado determinismo francés y por ello puede considerarse como la fase final del Realismo del XIX. Se adscriben a esta tendencia algunas obras de Galdós, Clarín y, sobre todo, de Emilia Pardo Bazán (Los pazos de Ulloa, La madre Naturaleza)[4].
España, durante el siglo XIX, pasa de una sociedad estamental basada en el privilegio a una de clases. La aristocracia no desaparece, sino que incluso se fortalece y se une a los nuevos grupos dirigentes en ascenso. La burguesía se convierte en el grupo social más influyente. La consolidación del Estado liberal permite la creación de un cuerpo de funcionarios (maestros, oficinistas) que, junto con las profesiones liberales (abogados, periodistas, etc.) y los pequeños fabricantes o comerciantes, van conformando una clase media burguesa[5]. Esta clase estaba constituida por todas las profesiones liberales entre las que tuvieron especial importancia abogados, periodistas, funcionarios, ingenieros, profesores y médicos[6]. En La sociedad como materia novelable Galdós explica como se advierte la descomposición de las antiguas clases sociales forjadas por la historia. Pueblo y aristocracia pierden sus carácteres tradicionales, de una parte por la desmembración de la riqueza, de al por los progresos de la enseñanza. La llamada clase media, que no tiene aún existencia positiva, es tan sólo informe aglomeración de individuos procedentes de las categorías superior e inferior, el producto, digámoslo así, de la descomposición de ambas familias: de la plebeya, que sube; de la aristocrática, que baja, estableciéndose los desertores de ambas en esa zona media de la ilustración, de las carreras oficiales, de los negocios, que vienen a ser la codicia ilustrada, de la vida política y municipal[7].
En sus novelas Galdós presenta la aristocracia venida a menos, la burguesía adinerada, la sufrida clase media de los burócratas que hacen esfuerzos por aparentar una posición económica de la que carecen, los pequeños comerciantes, los clérigos, los jornaleros, los mendigos, los golfos, etc (Barroso;293). En Fortunata y Jacinta Juanito de Santa Cruz es hijo de una familia de comerciantes, muy acomodada. En Tristana, Horacio Díaz es pintor, don Lope Garrido es un hidalgo en decadencia.
Por otra parte, Clarín en La Regenta, presenta el aumento de la nobleza como consecuencia de la concesión de títulos nobiliarios a los estamentos más diversos: militares, burgueses, etc. La nobleza constituye la segunda clase social más importante y en sus manos está el poder político de la nación. Don Víctor Quintanar es Regente de la Audiencia, Álvaro Mesía figura como jefe del partido liberal de Vetusta. La clase baja apenas aparece en su obra, otro tanto sucede con la clase media (Barroso;315).
En Los Pazos de Ulloa, Emilia Pardo Bazán describe la Galicia campesina del siglo XIX. El medio rural presenta aristócratas decadentes y degradados, caciques, criados codiciosos y brutales, seres primarios. Los personajes del entorno urbano, indefensos y débiles, sufrirán un proceso de marginalidad y destrucción[8]. Don Pedro Moscoso es un marqués que había vendido su título, Primitivo es el criado del marqués pero en realidad es el cacique del área y el dueño de todo y de todos[9].
Por primera vez, a mediados del siglo XIX, aparece la cuestión de la mujer, es decir, la mujer aparece como un problema social, como consecuencia de la Revolución Industrial, que había acabado con la familia tradicional. Antes, las amas de casa estaban sometidas al hombre, pero llevaban el peso de un gran número de actividades: hacían conservas, salaban pescado, confeccionaban la ropa de la familia, cuidaban la huerta y los animales, fabricaban jabón y velas, cuidaban de la salud de toda la familia. La Revolución Industrial, poco a poco, le quitó todas estas atribuciones: el jabón se compraba en las tiendas, la salud pasa a manos de los médicos, la población vive en las ciudades. La mujer se quedó sin un lugar propio en ese mundo. Fueron tiempos muy duros para las mujeres: las de clase baja se reventaban en turnos fabriles de dieciséis horas, y además habían de parir y llevar el hogar. Las de clase media y alta quedaban atrapadas en una jaula de oro. Esto explica, por ejemplo, la proliferación de la clorosis, nombre antiguo de la anemia, entre las mujeres de la segunda mitad del XIX, fruto de la insana moda del corsé, de los encierros en el propio hogar y de la falta de perspectivas vitales[10].
Fortunata, Jacinta, Tristana, la Regenta, Nucha la señora de Ulloa… la novela realista/naturalista ha dejado a la historia literaria española e universal un nutrido número de mujeres protagonistas, víctimas muchas veces de sus pasiones y, en general, de una sociedad rígidamente estructurada y convencional. El papel que desempeñan estas mujeres es el del ruiseñor en la jaula, almas oprimidas por el mismo peso: el peso del yugo patriarcal/marital. Ostentan su belleza, su docilidad, su inocencia, su bondad, incluso su virtud y son tan pasivas que existen sólo en función de un personaje masculino, sea su padre o su marido o ambos.
Nucha, hija modelo, obedece a su padre cuando éste la entrega a un matrimonio sin amor y pasa a las manos de un esposo brutal y machista[11]. Tristana, joven huérfana ha quedado a cargo de un amigo de sus padres, don Lope Garrido, otoñal seductor que la trata con paternalismo pero a la vez ejerce como su amante[12]. Ana Ozores, tras una niñez poco afortunada, queda en manos de sus tías que la tratan como un objeto en el mercado matrimonial al que hay que engordar para que la ganancia sea mayor[13]. Se busca un marido acomodado para ella, pero Ana elige en contra de la voluntad de sus tías y se casa con un forastero aragonés que le dobla la edad y que será el causante de su desgraciada vida en lo sucesivo[14]. Fortunata, mujer folklórica del pueblo, es víctima del señorito donjuanesco Juan Santa Cruz el cual la abandona para casarse con Jacinta, esposa elejida por sus padres, otra víctima de los matrimonios burgueses.
Estas mujeres no pertenecían a la clase media burguesa de nacimiento sino ascendieron a través de sus matrimonios (Regenta, Tristana, Nucha). Dicha situación les provoca un choque entre su mundo interior y los valores aceptados socialmente. Esto explica el hecho de que psicológica y sentimentalmente son mujeres complejísimas y multifacéticas. Tienen una sensación de insatisfacción general, una sensación de malestar, sienten un disgusto, un hartazgo, una falta de sentido de la propia existencia porque no viven conscientemente, es decir, no tienen libertad de obrar, de hacer elecciones, de evolucionar. Su vida está en función total de la cotidianidad de su matrimonio. Su conflicto interior se manifiesta en cambios de actitud bruscos, en caprichos o crisis que justifican su cualidad de neuróticas y enfermizas. Regenta sufre de crisis febriles y ataques histéricos, Tristana se enferma de cáncer y se le cortan la pierna, Nucha se refugia en la histeria y después muere, Fortunata muere tras haber dado a luz a su hijo. Las “enfermedades” de las esposas son el resultado del dolor que les provocan la casa que se les cae encima, el mundo que las rodea y, en definitiva, es “la forma convencional de protestar contra el status quo”[15].
En resumen, la conceptualización decimonónica de lo femenino, el ser y estar de la mujer, se encuentra en función de su situación personal dentro de la familia: hija, madre, soltera, casada o viuda. Esta situación comporta la aceptación o no de unos estereotipos que actúan con gran fuerza en la mente de la misma mujer y de los que le rodean. El matrimonio burgués, a menudo más contrato que consecuencia del amor, se constituye en uno de los ejes en torno a los que gira la atención de los novelistas del xix[16]. Como sostiene Galdós: Imagen de la vida es la Novela, y el arte de componerla estriba en reproducir los caracteres humanos, las pasiones, las debilidades, lo grande y lo pequeño, las almas y las fisonomías, todo lo espiritual y lo físico que nos constituye y nos rodea, y el lenguaje, que es la marca de raza, y las viviendas, que son el signo de familia, y la vestidura, que diseña los últimos trazos externos de la personalidad: todo esto sin olvidar que debe existir perfecto fiel de balanza entre la exactitud y la belleza de la reproducción[17].
BIBLIOGRAFÍA
Alas, Leopoldo. Ρεχέντα. Αθήνα, ΑΙΟΛΟΣ, 2001
Αλεξίου, Β. «La literatura española en la segunda mitad del siglo XIX: Posromanticismo, Realismo, Naturalismo» (capítulo 2) en Αλεξίου, Β., Παλαιολόγος, Κ. Λογοτεχνία Ισπανίας IΙ. Εγχειρίδιο μελέτης. Πάτρα, ΕΑΠ, 2001.
Barroso, A., et al. Introducción a la literatura a través de los textos, TOMO II, ed. Istmo S.A., 2000.
Del Río, Ángel. Historia de la literatura española – Desde 1700 hasta nuestros días. T2. Madrid : Ed. Gredos,S.A., 2011,
García López, J., Historia de la Literatura Española, ed. Vicens Vives S.A., 1997.
Hazas, A.R., y Marín, J.M. Antología de la literatura española hasta el siglo XIX. Ed. SGEL, Madrid, 2006.
Pardo Bazán, Emilia. Los Pazos de Ulloa. Colección LEER EN ESPAÑOL, Ed. SANTILLANA, Madrid, 1994.
FUENTES ELECTRÓNICAS
Benito Pérez Galdós La sociedad presente como materia novelable
http://biblioteca.vitanet.cl/colecciones/800/860/864/sociedadpresente.pdf
Calderón y la novela realista
http://www.biblioteca.org.ar/libros/132344.pdf
Clarín y la crítica feminista por Isabel Navas Ocaña
http://cvc.cervantes.es/literatura/clarin_espejo/navas.htm
El determinismo en la Regenta
http://cvc.cervantes.es/literatura/cauce/pdf/cauce02/cauce_02_008.pdf
El Realismo: la innovación narrativa en la 2ª mitad del siglo XIX. Benito Pérez Galdós
http://ieshocesdelduraton.centros.educa.jcyl.es/sitio/upload/Tema_2._El_realismo._Galdos._2_bach_20052006.pdf
El Realismo: la innovación narrativa en la segunda mitad del siglo XIX. Benito Pérez Galdós.
http://www.ehiztari.com/Castella_Legua/2bachiller/tema2.pdf
La España del siglo XIX
http://roble.pntic.mec.es/cgee0016/4esohistoria/quincena5/textos/quincena5pdf.pdf
La literatura del siglo XIX
http://www.mcgraw-hill.es/bcv/guide/capitulo/8448166884.pdf
Mujer contra mujer: La derrota final femenina en Los pazos de Ulloa por Antonia Petro
http://www.hichumanities.org/AHproceedings/Antonia%20Petro.pdf
Clarín, espejo de una época «Otras» heroínas de la narrativa del xix. La mujer en los cuentos de Clarín
http://cvc.cervantes.es/literatura/clarin_espejo/socias.htm
Sociedad, cultura y vida cotidiana en la España del siglo XIX
http://www.iesmontilivi.net/arees/Ciencies%20Socials/web/2Bat/HistoriaComuna/apunts/07%20MovObrerXIX/classes%20socials%20s.XIX.pdf
Tristana, Benito Pérez Galdós
http://www.educa.madrid.org/web/ies.antoniogala.mostoles/Dep_Leng_Lit/Lecturas_de_2_Bach/Tristana_de_Galdos.pdf
[1] Federico de Madrazo, La condesa de Vilches (1853). Madrid, Museo del Prado